sábado, 19 de septiembre de 2009

Querido Diego:
No me conocés, aunque es uno de mis mayores sueños poder intercambiar dos palabras, darte un abrazo, decirte gracias por todo, sacarme una foto que irá directo a un cuadro y que me firmes una camiseta.
Hace varios días que tengo ganas de escribirte, pero no quería pecar de primero alcahuete y chupamedias, y luego de crítico compulsivo tras la nueva desilusión ante Paraguay.
Sucede que me duele ver a la selección argentina como está hoy, y no me queda otra que decírtelo a vos, que sos el actual director técnico. Y este dolor va más allá de las derrotas ante Brasil y Paraguay, porque creo que ambos partidos podían perderse, aún jugando en buen nivel.
La preocupación pasa por otro lado, y es precisamente por el nivel de juego del equipo. Aunque suene duro, y espero sepas entenderme, creo que aún no pudiste lograr que la selección juegue como un equipo, con responsabilidades y tareas en donde el trabajo grupal sea prioritario por sobre el poderío individual de nuestras figuras.
Yo sé que el tiempo para trabajar en la selección es escaso. Pero vos también lo sabías antes de asumir. Y además, ese inconveniente también lo tienen los otros equipos. Es vergonzante que sólo se puedan juntar cinco días antes, jugar dos partidos y luego cada uno de nuevo a su equipo. Pero es lo que hay, y la “ley” es pareja para todos.
Siempre admiré tu capacidad para reponerte ante la adversidad. Has muerto y has resucitado en innumerables ocasiones. En el fútbol y en la vida. Pero esos resurgimientos dependían pura y exclusivamente de vos. Y en este caso, el de la selección argentina, no es responsabilidad 100 por ciento tuya, porque ya no te podés calzar los cortos y dar una mano desde adentro.

Algunos te acusan de haber tenido malas experiencias como DT. Simplifican tu tarea en Mandiyú diciendo que no sólo mandaste al descenso al equipo correntino, sino que lo hiciste desaparecer. Nada más falso, lo sabés. Tu labor fue digna para un principiante, y hasta le sacaste un 2 a 2 a River en el Monumental, cuando River era River y cuando jugar en el Monumental era jugar en el Monumental. La debacle económica del equipo correntino se debió a que los dirigentes hicieron descalabros y la extinción fue inevitable. Pero nada que ver con vos y con tu gestión.
Tu paso por Racing fue flojo, pero al fin y al cabo: ¿quién no fracasa en Racing?, un club acostumbrado al sufrimiento.
A mi entender, creo que la experiencia que tenés como DT no es la ideal para hacerse cargo de la selección argentina, pero otra vez hay que elogiarte por las agallas que tuviste al poner en juego, nada más y nada menos, que el mito Maradona. Hay que tener huevos para ser Maradona y calzarze la pilcha de técnico albiceleste con la que tanto soñaste.

Me asustó escucharte el miércoles, tras el 0-1 a Paraguay. Fiel a tu estilo, toreaste a los medios y volviste a asegurar que vamos a a clasificarnos a Sudáfrica. El tema es que hace una semana habías asegurado que le ganábamos a Brasil, y como no se dio, ya no sé como tomar tus sentencias tan firmes como infundadas.
No creas que todas las críticas son desestabilizadoras. Algunos te querrán “limpiar” porque seguramente tendrán intereses personales en el sucesor (recordá, por ejemplo, a Niembro cuando promocionaba Ruggeri, segundos después de que Bielsa renunciara). Pero otros queremos dar una mano, en busca de que la solución sea con vos. Al fin y al cabo, si no hubiera críticas después de un cierre de eliminatoria paupérrimo (6 jugados, 4 perdidos desde que sos DT), tampoco sería muy sano, ¿no te parece? Por mucho menos, los hinchas piden la cabeza de sus técnicos en los equipos…
Boludos hubo siempre Diego, y vos, que tenés una memoria de elefante, los tenés identificados muy bien. Entonces no te enojes si te pido que escuches más a Bilardo, que reveas si Mancuso y Lemme realmente tienen la categoría y la experiencia como para estar sentados a tu lado. Son excelentes personas, te han hecho mucho bien en la vida, pero la selección es algo más que una reunión de amigos.
Tampoco deberías enojarte si se cuestionan algunas decisiones tácticas, o ciertas convocatorias. Que en 10 meses de gestión hayas citado a más de 60 jugadores habla de cierta inestabilidad en algunos puestos, porque evidentemente no te terminan de convencer tus convocados.

Otro tema: no resulta sano, ni para él ni para el equipo ni para vos, que dé la impresión de que Messi va a ser titulares siempre o casi siempre. Todos, en cualquier profesión, tenemos días malos. Y Messi, en Paraguay, debió haber salido porque tuvo una noche pésima. Y Messi no es como vos, que a lo mejor cerca del final del partido frota la lámpara y te saca un conejo de la galera, como hiciste contra Brasil en el Mundial ´90…
Deberías hablar con Lío. Si nos basamos en lo que nos muestra la TV española, el pibe es un fenómeno. Pero lo que trasmite en la cancha cuando se calza la albiceleste es otra cosa. O es una versión distorsionada, o no es tan gran jugador como dicen, o le pesa la camiseta. Encima, tiene una actitud negativa para con él y con el público: no parece que le duela pasar vergüenza en una cancha, como pasó en Bolivia, en Rosario o en Paraguay. No digo que no sufra, pero trasmite una imagen de “me chupa un huevo” que provoca más nervios. Recuerdo a Cambiasso llorando tras errar el penal ante Alemania en el 2006, o de Bati y Crespo tras la inesperada eliminación en primera ronda en Japón / Corea 2002 y aún me conmuevo. Eso es sentimiento por la camiseta. Messi, en cambio, sigue teniendo esa reprochable imagen de nene caprichoso, como cuando se lo veía sentadito junto al banco de suplentes mascando chicle y escuchando música, mientras su selección se jugaba el pase a semis contra los germanos.
A mí dame 11 Kilys González u 11 Cholos Simeones, como para ilustrar lo que al menos yo quiero para la selección. Jugadores que dejen todo en la cancha, que sientan la camiseta y que se maten por el equipo.

Confío en que harás lo posible por revertir esta imagen. Pero ahora no queda otra que hacer todo lo humanamente posible para ir a Sudáfrica. Y para eso vas a tener que pedir ayuda. Ojo, que pedir ayuda no es sinónimo de debilidad, sino de grandeza. Tal vez a vos te cueste más, porque como futbolista tenías (tenés) una habilidad innata envidiable. Pero como técnico vas a tener que escuchar consejos de los que saben más, por experiencia. Y en la selección de hoy, ese es Bilardo.

Como maradoniano de la primera hora, sueño con verte en Sudáfrica levantando otra vez tu amada copa del mundo, y quiero que firmes un contrato de por vida (algo así como el Lobo Zagalo en Brasil) pero para eso vas a tener que dejar de pensar que los medios quieren destruirte o que quieren voltearte. Los panqueques siempre van a estar, pero si te calentás con eso, te vas a quedar sin energías para focalizarte en lo que se viene, que es mucho más importante: programar y ganar los dos partidos que vienen para lograr el pasaje.
Y si para eso tenés que limpiar a algún histórico o a alguna estrellita fugaz que no rinde lo que debería, no creo que te tiemble el pulso para hacerlo. Y te banco.

Te mando un abrazo virtual, a la espera de poder dártelo alguna vez en vivo